CRÍTICA






“Beatriz Zamora es una artista que lleva la máscara de Jano. Uno de sus lados es terrible, el otro es soñador y radiante. Y es siempre el segundo que gana a pesar de su impacto. Lo que tiene la fuerza de atraer el espíritu hasta las profundidades de su dolor y hasta la conciencia de la pérdida.

“El abanico inmenso de las técnicas utilizadas por Beatriz Zamora corresponde a preocupaciones que no tienen nada que ver con las reflexiones estrictamente ligadas a las interrogantes que se planteaba en los años sesenta y setenta sobre la práctica de la pintura en plena metamorfosis. Si su audacia se acerca a la de Antoni Tapies, por ejemplo, en el manejo de los materiales y los ensamblajes más inesperados, la artista no responde a la necesidad de una transgresión del lenguaje del arte.

“¿Qué lugar ocupa Beatriz Zamora en el microcosmos del arte de nuestro tiempo? Por lo que sé, no ocupa todavía el espacio que evidentemente se merece. Si un artista tiene su Escuela de Atenas en estos tiempos de crisis, ella debería figurar en medio de sus pares, los más ilustres y grandes escritores, filósofos y sabios. La historia es ciega, desgraciadamente, aun más que la justicia, y durante mucho tiempo, la maltrató. Lo único que sé, es que ella merece una mejor suerte y que debería ser invitada a presentar su trabajo en Europa y en el resto del mundo. Tengo esta certidumbre: lleva una búsqueda estética de una gran intensidad. Produce obras tan exaltadoras que nunca deja indiferente y que acabará por ser reconocida por su justo valor. Si bien algunos artistas gozaron en vida de la consideración y del respeto del público y de la crítica (pienso en Fontana, Burri y Soulages), ella puede y debe penetrar en el Olimpo para ser mirada como una de las grandes artistas que marcaron a nuestra época, quien se interroga con fuerza sobre el devenir de su arte.

“Lo que ella intentó transmitir a través del color negro es una cosmología que se propone en las regiones oscuras de la razón, donde ésta es desplazada y cuestionada frente a espacios infinitos que la hunden en el pavor, el temor, y el temblor. Hace sentir la magnificencia sensible e intelectual de lo negro, de su carácter insondable, de su atracción extraña e igualmente insondable. Alcanza la excelencia de su arte pictórico poco común. Es la única que pudo y supo transgredir las convenciones que rigen el código de la investigación estética de estos últimos años, mediante la práctica del monocroma, negro además, sin jamás traicionar la naturaleza de su experiencia plástica. Rebasó los límites de la creación moderna y trascendió los límites de la monocromía. Hizo surgir horizontes llenos de sombra y arco iris que no son ya declinaciones de lo negro mate o brillante.

“Sitúa el arte moderno, que toca a su fin, ante una de sus conclusiones teóricas dándole a la vez una dimensión inédita de una belleza que se impone en un campo magnético donde fuerzas contrarias se oponen y se nutren mutuamente, sin ser no obstante el emisario de Plutón. Un verdadero reto.





“Su obra constituye “el corpus testimonial de una profesión de fe que, por más de tres décadas y más de 2500 obras negras, ha buscado demostrar, a pequeña escala física y gran carga metafísica, que las mismas fuerzas que constituyen y rigen al universo actúan sobre lo humano.”
 
Luis Carlos Emerich, 2004





“Beatriz Zamora es una artista insólita.  Desde que tomó la determinación de pintar negro sobre negro no se ha apartado de ese principio.  Así ha sido desde hace 27 años.”

Jorge Alberto Manrique, 2004



“En el caso de Zamora, esta vuelta a las fuentes con frecuencia se orienta hacia el ámbito cosmológico. Al hallarnos frente a sus cuadros de color negro carbón nos vemos trasladados a años luz de distancia del mundo de los setentas e insertados en aventuras imaginarias en el tiempo y en el espacio que nos sitúan en un ambiente que pertenece a las especulaciones de la geología, la astronomía y la antropología. Sus telas negras, ya sea llenas densamente de incrustaciones como un meteoro, o impalpablemente atmosféricas, como remotas galaxias, resultan aterradoras por su capacidad de expansión. Al eludir las restrictivas medidas de la geometría (ese símbolo de los confines de la razón) evoca más bien los espacios inconmensurables, los espacios aún incipientes del nacimiento del mundo, como si la tierra, el aire, las estrellas y el cielo hubieran sido redescubiertos en su forma primordial.”          

Robert Rosenblum, 1979.




“Beatriz Zamora se funde con la materia para hacerla hablar, logra abrir el oscuro secreto oculto detrás del silencio. Ella encuentra la luz dentro de la más profunda oscuridad. Beatriz no la modifica, establece un diálogo con ella y, a través de sus obras, le permite recrearse y hacer evidente ese diálogo eterno entre espíritu y materia. Pero, no es fácil traspasar el aparente rechazo que la obra misma nos impone.”
“Necesitamos abrir nuestro corazón y agudizar nuestros sentidos para que una vez traspasada la oscuridad lleguemos a la verdadera luz... que hace posible la verdadera contemplación interior.”     

Juan García Ponce, 1980.






“Hay artistas para los cuales la obra solo tiene sentido y vale la pena como proceso de una búsqueda del absoluto. A esa raza peculiar, en forma extrema, pertenece Beatriz Zamora.”
“Búsqueda y absoluto son dos palabras que (en su limitación) son inevitables cuando uno se coloca frente a la obra de Beatriz Zamora. Ella es de esa clase de artistas para los cuales la obra no es válida en si misma sino sólo como medio para alcanzar algo mucho mas amplio, que está del otro lado de la obra, pero que es sólo accesible por ella. Ese más allá indefinible, que tiene que ver con la naturaleza, con el hombre, con la unidad de las gentes y las cosas, con la vida, con la muerte, Beatriz Zamora trata de penetrarlo  y hacerlo accesible a nosotros a través de unas piezas negras trabajadas con sus manos (hace tiempo que ha abandonado los pinceles); la desproporción se nos aparece monstruosa: sólo una fe iniciada puede darle fuerza para acometer la empresa y para suponerla posible.”

 Jorge Alberto Manrique, 1987.




“Beatriz Zamora ha investigado el negro en todas sus manifestaciones posibles por más de veinte años, ha hecho algo más que pintura y mucho más que filosofía sobre este paradójico color; prueba de ello es el libro “Historia de una artista excepcional”, de Eduardo Rubio (México: Castillo, 1998).”
El día que Zamora hizo su primer cuadro de este color que en realidad es ausencia de color, el negro le dijo: “vas a contradecir la historia de la cultura y la civilización y te van a querer matar. Si no te matan en el primer momento, la obra misma te salvará, ella será tu protección”           .          

Gloria Hernández, 2000 





“Beatriz Zamora, una artista cuya excepcionalidad consiste en haber asumido sus propios avatares vitales como el medio mas arduo de sensibilización y conocimiento, y de descubrir su vocación creativa y desarrollarla hasta hoy contra todas las adversidades. Pero sobre todo, Zamora es una artista excepcional por sostener contra la crítica, el mercado y las “políticas” y veleidades tendenciales del arte, su propuesta de la materia negra (el Negro, como ella denomina a una costra negra de diversas densidades, texturas y tonos, que sustituye a los pigmentos tradicionales) como un principio filosófico-poético, con tal convicción que podría revelar la ausencia de convicciones en el arte de hoy.”   

Luis Carlos Emerich.







 “El vacío es el negro absoluto, la fusión de todos los colores, energías, formas e ideas. El negro condensa la luz y la refracta. La luz física y la metafísica tienen su expresión semántica en el campo unificado del negro. Beatriz Zamora lo ha entendido así y sitúa su obra en el umbral de la filosofía de la materia para exponer plásticamente los planteamientos más audaces de la tradición milenaria cultivada por los expertos en la meditación revelatoria del lejano Oriente.”
“Esos cuadros son el oscuro espejo de las pasiones que la creatividad hace visibles; elocuente pulsar de la luz fósil que la mirada amorosa condensa para iluminar el nuevo milenio.”       

Pedro Schneider, 2002
                         




“Beatriz Zamora es una artista profundamente marcada por establecer un contacto directo, tanto físico como espiritual en el acto de la pintura. “ 
“Su irresistible fuerza reside en la dedicación que ha tenido en su búsqueda. Ha producido cientos de lienzos con técnicas, que ella misma depura, a partir de materiales como carbón u otras sustancias.  Su trabajo ha sido relacionado con el expresionismo abstracto y con la pintura de Mark Rothko, en la creación de inmensos campos de color.”      

Ana Quiroz, 2004
                       




“La Obra de ningún artista mexicano ha desatado tantas pasiones y ha sido tan incomprendida como “El Negro” de Beatriz Zamora.”
“Una vida entera entregada a la búsqueda, mediante el desarrollo de una obra plástica, de un concepto inasible que tiene que ver con el origen de todo lo existente, con el principio del universo y de la vida.”
“No hay, en la historia de la pintura, otro artista que haya perseguido con tanto amor, fe, confianza y perseverancia algo tan sutil e invisible como es “El Negro”.”
“Galardonada con el primer lugar del Salón Nacional de Pintura en 1978, su obra “El Negro No.4” fue descolgada y brutalmente maltratada el día de la premiación en el Palacio de Bellas Artes por un grupo de artistas inconformes, cuya intención era matarla con su propia obra cuando ella fuese pasando por el centro de la escalera del Palacio. “          

Eduardo Rubio Elosúa,  1998. 






“Ante las obras artísticas de Beatriz Zamora nuestras respuestas sensibles son de atracción, conmoción, inquietud, impacto, impresión, sorpresa, curiosidad, agrado, rechazo o asombro, según cada caso. Nunca de indiferencia. Eso es innegable. Como seres sensibles que somos, pero además racionales, hemos de explicarnos las causas de lo que ocurre en nuestras sensibilidades cuando nos encontramos frente a las obras de Zamora. Y tales causas se identifican en la variedad de opciones expresivas de las que esta autora echa mano, entre las que destacan la de lo sensual, la de lo grandioso y la de lo bello, solas y combinadas, opciones a las que ocasionalmente agrega una alusión a la de lo precario. Zamora demuestra a cada momento la riqueza del universo sígnico y simbólico del negro, con lo cual evita que sus obras, o tanto sus obras como ella misma, sean vinculadas erróneamente con “el mal” pues, además, esta artista nos revela la amplia gama de negros que es capaz de acometer.” 

Carlos-Blas Galindo, 2008



Negro

Llegada y principio,
cuna y su eminencia galilea,
hondo y desde lo hondo,
así como profundo y desde lo profundo.
Todo del nada, más el todo del todo.
Hasta donde llega el periplo
después de haber partido desde hasta donde llega,
imán de irradiaciones devorante,
equilibrio perfecto entre absortancia y emisividad,
el gran imperio de la irradiación infrarroja,
deidad de lo absoluto de la que toda luz nace,
castillo del misterio,
dador vibrante,
plano sensualizado de Beatriz Zamora.

Roberto López Moreno



"Carbón vegetal, grafito de silicio, obsidiana, negro de humo, óxido metálico combinado con aglutinantes, con resinas, con pintura negra, las creaciones plásticas de Beatriz Zamora llevan el canto del negro absoluto a lo cósmico, a lo sensorial, a lo furioso y terrenal, a lo sensible y poético.

Las concentraciones y expansiones de la materia liberan una gama de variaciones y densidades, originan los movimientos sempiternos de las turgencias, las amonestaciones de las resquebrajaduras. En el credo de los cráteres, se iluminan secuencias aleatorias de luz, reveladas en la serenidad de los cristales. En los aluviones del deseo, nacen las infinitas promesas del renacimiento, la fuerza del gesto, su efectividad, su sabiduría y su preñez."






"El negro está presente como vida, creación, origen. Es el útero de nuestro inicio, es ahí donde radica la integridad, donde nadie trastoca los espacios, donde ninguno perturba los límites. Es el ser con el ser en el ser, en el tornarse humano, se encuentra antes del tiempo, es atemporal, un pasajero del cosmos, imbuido de sí mismo.   
"Si la obra de Zamora se caracterizó sobre todo en una amplia etapa por plasmar la grandilocuencia a través de magnos formatos utilizando materiales de las capas geológicas sobre grandes telas o madera, la incomprensión, la apatía y la  indolencia de el universo que la circunda, y que no es la primera vez que se muestra hostil con su trabajo, la obligó a abandonar su espacio de creación. Los  altos techos y paredes infinitas, quedaron cerrados. Sus obras, arrojadas a las bodegas, a través de ademanes de inconsciencia, fueron hechas prisioneras y corren el riesgo de perderse.
"La indiferencia, la frialdad, la ofuscación y la ceguera de quienes cometen estos atropellos, no han impedido que la artista continúe con el ímpetu de su quehacer creativo."







"Es bastante frecuente dentro de los comentarios que se hacen de la obra de Beatriz Zamora, que se hable de ella aproximándola a la experiencia mística y religiosa. El negro, sin duda, supone un vaciamiento y ciertamente hay algo mudo y misterioso atravesando esos cuadros. Sin embargo, se olvida muchas veces la elocuente expresión de su materialidad. Si la obra es espiritual, se debe al peso grave de su cuerpo y esa espiritualidad, tiene más que ver con el amor entre los hombres y las mujeres en cualquiera de sus manifestaciones, con la amistad, que con cualquier otra cosa."






"El poder del sutil silencio y del vacío amoroso de El Negro de Beatriz Zamora impide que la banalidad superficial de nuestros tiempos desenfrenados esconda la deshumanizante miseria espiritual vigente. De igual forma hace apremiante la transformación humana con sus posibilidades de integralidad transcivilizatorias desde lo básico y profundo."